Comentario
El siglo XVIII trajo también el despertar económico de las restantes colonias de América, continente que terminó transformado en productor de metales preciosos y frutos tropicales y en receptor de las manufacturas de la revolución industrial. Sus centros más productivos fueron objeto de disputa entre las potencias hegemónicas de ese nuevo orden industrial, Inglaterra y Francia; los demás fueron puestos al máximo rendimiento para proporcionar a sus metrópolis mejores dividendos. América vivió una pesadilla de traspasos territoriales de una a otra nación, de ampliación o merma de fronteras y hasta de traslado masivo de colonos, que demostraron su carácter de subordinación a los centros europeos de poder, lo que fue despertando una conciencia criolla. América fue también cuna del nacimiento de la primera república de la edad contemporánea, los Estados Unidos, y banco de pruebas para una doctrina revolucionaria de una metrópoli que pregonaba la igualdad, fraternidad y libertad entre los hombres, a la par que seguía sosteniendo la esclavitud y la explotación en las colonias.